Una noche más - Itinerario de Hong Kong, Guangzhou y Macao

26 octubre 2011


Una noche más, moscas en el estómago y la ilusión de un niño. No es Noche de Reyes, aunque bien podría ser, pues el regalo que me espera mañana bien lo merece. Seguramente daré más de una vuelta en mi cama en las escasas horas que lograré dormir y más de una vez miraré el reloj. Quién me iba a decir hace unos meses mientras me alejaba de la tragedia de Japón que tardaría tan poco en volver a ese continente asiático que cada día me enamora más.

Así es amigos, el destino y las circunstancias, ligeramente manejados por mi mano y afán viajero, sin olvidar la suerte de tener un compañero de viaje, me devuelven de nuevo al lejano oriente. Para ser más exactos a la China más colonial, pues hasta hace no mucho Europa regía las tierras que nos disponemos a visitar. Portugueses, ingleses y, como no, españoles, dieron buena cuenta de los beneficios que ofrecían los puertos y ciudades a lo largo del río de la Perla. Desde la Primera Guerra del Opio hasta el dominio impuesto por el Imperio Japonés en la Segunda Guerra Mundial, Hong Kong, Macao y Guangzhou (más conocida como Cantón en nuestros lares) fueron todo un exponente de intercambio cultural a lo largo de los últimos siglos. 

Primeros pasos por Japón: Torre de Tokio

20 octubre 2011


Como prometí la semana pasada, continuo con el relato de nuestras primeras horas en el país del sol naciente. Acabábamos de visitar el templo Zojo...

Una vez terminada la visita y con el cielo apagado sobre nosotros, fuimos hacia la Torre de Tokio, ya iluminada, con sus característicos tonos rojizos. Con 333 metros e inspirada en la parisina torre Eiffel, fue construida en 1958 como símbolo de renacimiento económico del país. Dicen que en los días claros es posible contemplar el Monte Fuji.



Primeros pasos por Japón: aprendiendo el rito

12 octubre 2011

Apenas llevábamos unas horas en Japón y mi excitación interior no dejaba de crecer a cada paso que dábamos, lo que me ayudaba en gran medida a superar el cansancio acumulado del viaje y el desfase horario. Nada más salir de la estación de Akabanebashi el silencio imperante del metro, que tanto nos impactó al principio y al que más tarde nos acabaríamos acostumbrando, quedo roto por el ruido de los coches. Empezamos a caminar en dirección al primero de los múltiples templos que visitaríamos a lo largo de nuestro periplo nipón. El sol ya había iniciado su camino hacia occidente y los graznidos de los cuervos, que no dejaban de recordarme el cuento de Poe, nos acompañaban creando una misteriosa melodía en nuestro camino a través del parque.  

Templo Zojo ji y torre de Tokio
Contraste con la torre de Tokio al fondo