Bajamos en la estación de Kibuneguchi e iniciamos el ascenso
hacia la villa de Kibune siguiendo la carretera. No hay tiempo que perder, el
sol ha empezado a caer y no queremos que la noche nos sorprenda en plena
travesía. El arrullo del cercano riachuelo se suma a la marcha, acompañándonos
hasta el pueblo. Nos cruzamos con un par de chicas que nos dedican una sonrisa,
la situación parece insuperable. Unos metros más alante un hombre nos ofrece
unas rocas, indicando por gestos que las ha obtenido de la montaña cercana.
Rechazamos la oferta, aunque el caballero no se da por vencido y, señalando en
dirección a la aldea, nos invita a subir a su viejo coche con las rocas como
escoltas. Aunque no dudo de la buena fe de la acción, el personaje no transmite
mucha confianza, por lo que de nuevo negamos con la cabeza; además la gracia
del asunto radica en andar.
Montañas de Kioto, de Kibune a Kurama
21 junio 2012
El bullicio de la ciudad se pierde a medida que el tren
sigue su camino. Los edificios son sustituidos por árboles, atrás quedan los
templos, desaparece el llano. Engullidos por la naturaleza nos adentramos en
los primeros valles y montes del norte de Kioto, eslabones primerizos de las
Kitayama (montañas septentrionales), que se extienden hasta el mar del Japón.
Souvenir - Bordado chino
14 junio 2012
Aunque todavía quedan muchos objetos nipones por revelar, en
esta ocasión he decidido cambiar de registro e introduciros en el mundo de la
artesanía milenaria de China, materializada, aguja e hilo de por medio, en esta
singular obra que me dispongo a mostraros. Se trata de un pañuelo de seda
bordado a mano que adquirí en el "Museo Guangdon de artesanía popular",
emplazado en la antigua residencia del clan Chen que se encuentra en la ciudad de Guangzhou (Cantón).
De la Alcarria a Bilbao, crónica de un EQUIPO
01 junio 2012
Hace algo más de un año que inicie mi vida hospitalaria
en Guadalajara. Al principio, como en todo trabajo, pasa algún tiempo hasta que
cada uno encuentra su sitio y va venciendo los miedos y pruebas que se cruzan
en el camino, y eso que yo tenía la ventaja de "jugar" en casa. Vas
conociendo a tus compañeros, sobrevives a la primera guardia, te acostumbras al
mismo menú de siempre e intentas que no se note que metes mucho la pata
mientras te planteas que has hecho durante seis años de carrera. En este marco
tan peculiar, más allá del marco galeno que viene arropando estas últimas
frases y por encima de él, están las personas con las que convives y compartes
camino, algunos como faro guía y otros como mero remero al igual que servidor.
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