Una de cal y otra de Sapa

Hace menos de dos días que hemos regresado a Vietnam. Con Camboya aún candente en nuestros corazones alcanzamos la capital, previo susto correspondiente, y es que leer la prensa extranjera en el avión tiene más sentido del que aparenta. Rayos y centellas cual capitán Haddock profirió mi boca al descubrir que un tifón en activo estaba pasando por el centro-norte del país, aunque parecía que Hanoi quedaría indemne. Turbulencias aparte y un conductor kamikaze de por medio, por fin pusimos nuestros pies en su entramado de callejuelas. El cansancio apretaba más que nunca, por lo que apañamos una cena a base de pho y la regamos con una buena cerveza. A dormir.

Con Mr Vanny, nuestro conductor de Tuk Tuk en Angkor

Brevedad Camboyana

Esta vez, aunque me gustaría extenderme un poco más, el tiempo prima y las fuerzas escasean. Camboya ha absorbido toda mi energía, pero he sido capaz de encontrar la suya pese a lo breve de mi estancia. No sabría bien por dónde empezar, mucho que contar y pocas líneas. Por dejar algún aperitivo de lo que vendrá en el futuro procedo a introducir aspectos destacados de estos días. Empezaré por su motor, que no es otro que la población que tan mal lo ha pasado en las últimas décadas, pero que por su espíritu luchador, afable y alegre ha logrado seguir adelante en un generoso ejemplo de superación al mundo.

Sobre su capital, Phnom Phen, en el escaso día que dispusimos para ella, nos dejó una gran impresión. Recordamos la oscura época de los Jemeres Rojos justo cuando se rompía un viejo lazo con ese pasado, pues en la ciudad la imagen del antiguo rey Norodom Sihanouk decoraba el palacio real, además de muchos otros edificios, conmemorando el funeral por su reciente fallecimiento. Sentí la encrucijada histórica en la que nos encontramos de forma especial, siendo consciente del significado de la misma. Un momento para recordar y analizar con más detalle en entradas venideras.

Frente al palacio Real de Phnom Phen, en el funeral del rey Norodom Sihanouk

Informe Mekong

Hace poco más de dos días que dejamos atrás la centenaria Saigón con destino al delta del Mekong. Partimos temprano; Vietnam empezaba a despertar y las calles rebosaban vida por doquier. Escoltados por un ejército de motos pusimos rumbo al sur, acoplándonos al tráfico local en su lento y alocado discurrir. Verdes campos de arroz dibujaban el paisaje, algunos en plena labor de cultivo, otros custodiados por las tumbas de aquellos que los trabajaron. Paulatinamente aparecían pequeños canales del fraccionado río, buen aperitivo del plato principal.

Última hora desde Saigón

En efecto. Hace poco más de veinticuatro horas que me encuentro en la antigua capital de Vietnam del Sur. Desde entonces esta ciudad ha sufrido muchos cambios, empezando por su propio nombre que ahora es Ciudad de Ho Chi Minh. Lo que estoy seguro que no ha cambiado en este tiempo es su ritmo de vida, frenético para unos, apasionante para otros; muy animado para mí. Como no dispongo de mucho tiempo procederé a destacar los aspectos más significativos vividos hasta ahora; ya habrá tiempo para entrar en detalles.

Retrocedo hasta sabe Dios cuantas horas desde que nos encontrábamos en el aeropuerto de Barajas esperando que despegase nuestro vuelo destino Dubai. No teníamos demasiado tiempo para el cambio de avión en la capital árabe, por lo que decidieron sumarle algo más de picante avisando por megafonía, y una vez subidos en el aparato, que por problemas de tráfico aéreo tardaríamos en despegar. Por suerte el retraso no paso a mayores, aunque algo sí que nos hizo correr.

Frente al palacio de la Reunificacion

Últimas nuevas y partida a oriente

Como prometí, aquí me hallo escribiendo horas antes de mi partida hacia oriente. Ya establecido como ritual, es más por cumplir la tradición que por aportar algo nuevo a lo ya adelantado en semanas previas; o puede que aún quede algo. En cualquier caso una breve exposición de sensaciones y expectativas no creo que haga daño a nadie. Bien sabéis que mi idilio con Asia nació con Japón, del que reconozco estar enamorado, aunque no permito que nuble mi juicio con respecto al resto de sus hermanos. Este continente cada día me fascina más. Quizás sea por el importante choque cultural, y eso que occidente cada vez mete más la mano por si no la hubiese metido poco en el pasado, puede que sean sus gentes, tradiciones o forma de entender la vida; lo único que sé es que cuando estoy allí me siento diferente, liberado, alegre. No es que en mi querida Alcarria carezca de estos sentimientos, al revés, sin embargo la forma de interpretarlos es distinta.

Mi última mirada a Asia frente a la isla de Hong Kong

Compañeros viajeros

Tras introducir los detalles, aburrir un poco con los preparativos y divagar de ciertos temas, ha llegado el momento de presentar al resto de integrantes de mi próxima aventura. Hace unos días les pedí que redactaran unas líneas plasmando en ellas lo que les suscitaba el viaje, siendo válidas tanto opiniones como expectativas, primando su criterio a la hora de elegir el enfoque. Sin más preámbulos el telón se eleva, focos sobre las tablas y a escena.

Pablo de Arriba Palomero

Fue el primero que se apuntó. Buen amigo desde antes de empezar la carrera y galeno al igual que servidor. Hemos compartido viaje por España y epopeyas en Europa. Este año descubrió Asia en su viaje a Tailandia y por lo visto tiene ganas de repetir.

“Significado de un buen viaje: 
 

Aventura, amistad, cultura, desconexión, sabores raros, sudor, motos, fiesta y risas, muchas risas. Viajar con tres buenos amigos es garantía de éxito. De ellos no espero mucho más de lo que ya me dan. Cada uno con sus caunadas, pero en el fondo formamos un buen grupo. Entre las bromas, las confidencias y las aventuras, aburrirme seguro que no me aburro. Sólo de imaginarme la rutina diaria, ya sonrío. 

 

De Vietnam espero un choque cultural fuerte, mucho más que el que tuve en Tailandia. No solo templos chulos y comida picante. Quiero que me sorprenda, que aprenda a valorar lo bueno que tengo aquí y que me ayude a saber qué es lo que no me gusta y a cambiarlo. Y por favor, espero que entre las risas y la cultura pueda descansar un poco, que falta me hace.”

Documentando Vietnam y Camboya

No me gusta viajar como una maleta. Puede que suene duro, pero la realidad es esa. Hay quienes disfrutan con ir a tal y cual sitio relativamente famoso o destacado por alguna razón en las guías, dar un paseo, hacerse la foto de rigor y escuchar alguna explicación si cabe. Este proceder, totalmente respetable, es cierto que cuenta con diferentes grados de "maletismo" en función del ánimo e interés de cada uno, pues ni todos somos iguales ni nos recreamos con las mismas cosas, si no la vida sería demasiado aburrida. En mi caso por norma antes de iniciar un viaje me gusta indagar en aspectos culturales e históricos de los países que pretendo visitar, especialmente cuando me alejo de Europa, aunque confieso que también en ocasiones he tendido a la "maletización". 

La base que otorgan estos conocimientos facilita no solo la mejor comprensión del destino, sino que confiere un nuevo sentido al costumbrismo local, enriquece el legado cultural que nos llega y hace que miremos con otros ojos el nuevo mundo que se pone ante ellos. Creo que de esta forma los viajes se aprovechan mucho más.

La tumba del Rey Nanyue

Imaginad que empezáis acondicionando un terreno para una próxima edificación y de repente encontráis una tumba. Es algo que ha ocurrido muchas veces en el último siglo, aunque no siempre con la misma repercusión ni el mismo final. El caso ante el que nos encontramos es excepcional. Remontémonos al año 1983 en la ciudad de Guangzhou (China). Sobre la colina del Elefante (Xianggang Shan) prosiguen las obras para construir unos apartamentos. Cuando se llevan excavados veinte metros en profundidad aparecen unos bloques de piedra de gran tamaño cuya disposición no se debe al azar. Un sueño intacto de más de 2000 años volvía a despertar, una voz retornaba para reclamar su reino; este sonreía por el regreso del soberano.

Los gritos del silencio

Este título siempre me recordará algunos de los escasos fotogramas cinematográficos que conservo de mi infancia. No sabría decir que edad tenia, pero aquel hombre chupando la sangre del cuello de una vaca cual vampiro en busca de supervivencia o el mismo personaje cayendo en una zanja llena de cadáveres me dejaron impactado. Durante mucho tiempo esas imágenes se hermetizaron en mi memoria esperando su momento, no siendo hasta hace unos años, coincidiendo con un pequeño ciclo de cine que monte para mi mismo sobre la Guerra de Vietnam y demás conflictos de la época en el sudeste asiático, cuando por fin logré visionar el film otra vez. De nuevo me volvió a calar hondo, sin embargo, al igual que la mayor parte del ciclo, no llegué a apreciarla en toda su dimensión, pues me faltaba conocer bien el marco histórico de los acontecimientos para terminar de ser consciente de lo que tenía ante mí.

Consejos médicos para viajar a Vietnam - Camboya

Creo que es la primera vez que me dispongo a tratar un tema clínico abiertamente en el blog, raro viniendo de un profesional de la salud, o no tanto. Si no había aparecido hasta ahora es porqué escasa relación tenía con los contenidos que ofrezco habitualmente (no se puede vivir solo a base de medicina), sin embargo pienso que es el momento adecuado para iniciar una ligera galenización más allá del empleo con fines lúdicos aparecido hasta ahora (véase cuando competimos el equipo de médicos del hospital de Guadalajara en Bilbao). La razón de que me haya decidido ya la adelanta el título.

En mis viajes nunca había tenido que tomar medidas de salud más especiales de lo normal; hasta ahora. Al estar dentro del mundillo no me han sorprendido y estaba enterado de antemano, pero para aquellos que no lo están, tienen dudas o necesitan información clara puede que no sea tan fácil. Además de recomendar encarecidamente acudir a un Centro de vacunación internacional, voy a tratar de describir los puntos principales de la forma más sencilla posible.

Alquilar coche y circular en Japón

Entre las experiencias vividas en suelo nipón no podía faltarnos probar su asfalto, más por necesidad que por gusto, pero digno de recordar y compartir. Empezaremos por el principio. Dentro de las excursiones planeadas en el viaje había dos que era especialmente difícil realizar empleando el transporte público, por no decir casi imposible, siendo la única opción viable alquilar un coche. Es entonces cuando me asaltaron las dudas de cómo gestionarlo y empecé a investigar. Primero los requisitos; bastante sencillos: tener carnet de conducir en vigor y obtener un permiso internacional en la jefatura de tráfico de nuestra ciudad, un simple trámite. Una vez en el país las agencias de alquiler nos exigirán estos documentos además del pasaporte.