La primera imagen que guardo de Japón quedó grabada a fuego en mi memoria, dado que tuve el supremo honor de que un extranjero en la tierra de los dioses fuese recibido ni más ni menos que por el mismísimo monte Fuji. Momento único en mi vida, pensé, nuestro idilio no podía tener mejor comienzo. Sin embargo, como si de un aniversario se tratara, la vida y el país del sol naciente me deparaban una nueva sorpresa.
El sabor de la primera cita volvía estar presente en el ambiente; los ingredientes bien dispuestos, mucho cansancio con algo de sueño y el astro rey ya desayunado, sin olvidar una pizca de fortuna. Faltaba poco para el aterrizaje cuándo una vez más se mostró ante mí. Perfil contundente, porte inigualable, símbolo de un país. El monte Fuji no sólo me daba la bienvenida sino que además actuaba de panacea, haciéndome olvidar el largo viaje e iluminando la ilusión latente.
Rumbo al sol naciente
17 julio 2013
Hay ciertas tradiciones que por muy
atareado que se encuentro uno en la vida no es aconsejable perder; menos aún si
tenemos en cuenta que esta praxis es el preludio habitual de una nueva aventura
allende el “mare nostrum” con todo lo que ello implica para un viajero
empedernido como servidor, enamorado del
lejano oriente. Mi idilio comenzó hace dos años, cuando por fin un sueño de
juventud que llevaba tiempo madurando me puso rumbo al país que tanto había
deseado visitar, Japón. Aquel primer contacto no solo sentó los cimientos de un
romance continental que me ha hecho regresar a Asia siempre que he tenido
ocasión, sino que además cambió mi forma de entender la vida y el mundo que me
rodeaba.
En esta ocasión retomo mi historia directamente
desde la matriz de la que todo surgió, cumpliendo una promesa hecha en un
momento de dolor que forjó un nexo aún más fuerte si cabe del existente entre
los nipones y servidor. Quizás (más que probable) esta sea la razón principal
de la ruta elegida para la ocasión, yendo en busca del redescubrimiento del
país a través de su cara menos conocida (hablando desde el punto de vista
meramente turístico), además de encarar en persona parte de las consecuencias
que el fatídico seísmo de 2011 dejó en aquel lugar.
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